El concepto de Contingencia se refiere al grado de relación entre dos acontecimientos cualesquiera. Si ambos acontecimientos son respuestas del individuo y consecuencias ambientales, la relación es de controlabilidad o incontrolabilidad: las respuestas de cada individuo ejercerán algún o ningún control sobre los resultados.
Seligman define esta como un ¨estado psicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables¨. Una consecuencia es incontrolable cuando independientemente de una determinada respuesta la probabilidad de ocurrencia es la misma. Por el contrario, si sí existe esa determinada respuesta y esta condiciona unas determinadas consecuencias diferentes, entonces estamos hablando de que las consecuencias sí dependen de las respuestas del individuo. Ergo, las consecuencias serán controlables. De esta forma, Seligman considera que un organismo llega a estar indefenso frente a una consecuencia cuando esta sucede independientemente de todas sus respuestas voluntarias.
Seligman define la controlabilidad e incontrolabilidad dentro del espacio bidimensional de la contingencia (Seligman, 1975; Alloy y Seligman, 1979). Una consecuencia (C) es controlada por una respuesta (R) siempre que su ocurrencia dependa de que la respuesta ocurra o no, es decir, si p(C/R) difiere de p(C/noR). Por el contrario, una consecuencia (C) es incontrolable cuando la respuesta no afecta a la ocurrencia de una consecuencia, es decir, si p(C/R)=p(C/noR).
Seligman define esta como un ¨estado psicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables¨. Una consecuencia es incontrolable cuando independientemente de una determinada respuesta la probabilidad de ocurrencia es la misma. Por el contrario, si sí existe esa determinada respuesta y esta condiciona unas determinadas consecuencias diferentes, entonces estamos hablando de que las consecuencias sí dependen de las respuestas del individuo. Ergo, las consecuencias serán controlables. De esta forma, Seligman considera que un organismo llega a estar indefenso frente a una consecuencia cuando esta sucede independientemente de todas sus respuestas voluntarias.
Seligman define la controlabilidad e incontrolabilidad dentro del espacio bidimensional de la contingencia (Seligman, 1975; Alloy y Seligman, 1979). Una consecuencia (C) es controlada por una respuesta (R) siempre que su ocurrencia dependa de que la respuesta ocurra o no, es decir, si p(C/R) difiere de p(C/noR). Por el contrario, una consecuencia (C) es incontrolable cuando la respuesta no afecta a la ocurrencia de una consecuencia, es decir, si p(C/R)=p(C/noR).
Las atribuciones de Incontrolabilidad en el origen de las Expectativas de Desesperanza
La mayoría de las teorías cognitivas actuales sobre depresión postulan que los factores de vulnerabilidad cognitiva interaccionan con la ocurrencia de acontecimientos vitales negativos para desencadenar reacciones depresivas (Alloy, Clements y Kolden, 1985; Kwon y Oei, 1992; Olinger, Kuiper y Shaw, 1987; Wise y Barnes, 1986). Dichas teorías han quedado agrupadas bajo la denominación de enfoques interactivos de la depresión. Dentro de los mismos, una teoría que actualmente goza de gran validez empírica es la Teoría de la Depresión por Desesperanza (DD) en la que se define un subtipo de depresión caracterizado por unos síntomas concretos (Abramson, Metalsky y Alloy, 1989). Sus autores la consideran como un modelo de vulnerabilidad-estrés ya que se estima que algunos sujetos presentan un factor de vulnerabilidad cognitiva, consistente en ciertos estilos cognitivos que, permaneciendo en estado latente, se activarán ante la ocurrencia de estresores o acontecimientos vitales negativos e importantes (Abramson et al., 1989).
Los estilos cognitivos que, según la teoría de Depresión por Desesperanza, conforman dicha vulnerabilidad a la DD, son: un estilo atribucional depresivo, concretamente el factor de generalidad, definido como la tendencia a realizar atribuciones globales y estables sobre los acontecimientos vitales negativos; la tendencia a inferir consecuencias negativas de dichos acontecimientos; y, por último, la tendencia a inferir características negativas personales dada la ocurrencia de los mismos (Abramson et al., 1989). De este modo, ante la ocurrencia de uno o varios acontecimientos vitales negativos e importantes para los sujetos, se activará dicha vulnerabilidad, dando lugar a que se generen atribuciones e inferencias negativas sobre los mismos. Esta forma de interpretar los acontecimientos negativos contribuye a generar un estado de desesperanza, la cual se define como la expectativa de que algo negativo va a ocurrir, unido a un sentimiento de indefensión sobre la posibilidad de hacer algo para evitarlo. Estas expectativas van a ser una causa determinante de este subtipo de depresión, de tal modo que su presencia será suficiente para que se generen los síntomas depresivos característicos de la DD.
Con el objetivo de aclarar cómo opera el componente de vulnerabilidad-estrés para contribuir a que se generen expectativas de desesperanza, creemos necesario acercarnos a los orígenes de los que parte dicha teoría. Concretamente, al Modelo Experimental de Indefensión Aprendida (IA) (Seligman, 1975) y a la Teoría Reformulada de la IA (Abramson, Seligman y Teasdale, 1978). En el Modelo Experimental de IA se postulaba que cuando un sujeto experimenta una situación incontrolable, entendida como la falta de contingencia objetiva entre sus respuestas y resultados, éste genera una expectativa generalizada de incontrolabilidad sobre los resultados de futuros acontecimientos importantes (Seligman, 1975). Así, esta expectativa de incontrolabilidad era el elemento clave que explicaba las reacciones de indefensión, consideradas similares a los síntomas depresivos.
Posteriormente, en la Teoría Reformulada de la IA de Abramson et al. (1978), se consideraba que, ante una situación de no contingencia objetiva, era la percepción de no contingencia que se generaba en el sujeto la que le llevaba a formarse expectativas de no contingencia futura. La forma en que se desarrollaba la percepción de no contingencia dependía del tipo de atribuciones que el sujeto realizara sobre las causas de la situación objetivamente no contingente. Así, atribuir los sucesos incontrolables o no contingentes a causas globales y estables, es decir, causas generales y que iban a permanecer en el tiempo, generaba una percepción de no contingencia que llevaba a que las expectativas de incontrolabilidad fuesen recurrentes tanto a través de diversas situaciones como del transcurso del tiempo, dando lugar a que la indefensión y los síntomas depresivos se cronificaran (Seligman, Abramson, Semmell y Von Baeyer, 1979). De este modo, las atribuciones se convertían en determinantes de la forma en que se iban a desarrollar dichas expectativas (Abramson et al., 1978).
Esta teoría ofrece un avance, con respecto al modelo anterior, al explicar cómo las expectativas de incontrolabilidad, en función de la percepción causal que tienen los sujetos, se hacen generales y recurrentes. No obstante, en algunos de los estudios que se han llevado a cabo para poner a prueba las predicciones de la teoría, la falta de contingencia se evalúa a partir de acontecimientos vitales negativos y no a través de situaciones en las que se generen condiciones objetivas de no contingencia (p.ej., Metalsky, Halberstadt y Abramson, 1987; Robins y Block, 1989), por lo que dicha percepción de incontrolabilidad o no contingencia es en ocasiones supuesta.
Finalmente, con el desarrollo de la Teoría de la DD (Abramson et al., 1989), las expectativas de incontrolabilidad determinantes de los síntomas depresivos en el Modelo Experimental de IA y en la Teoría Reformulada de la IA, pasan a denominarse expectativas de desesperanza, definidas como la expectativa de que algo negativo va a ocurrir unido a un sentimiento de indefensión respecto a la posibilidad de hacer algo por evitarlo. Dichas expectativas serán las que generen unos síntomas depresivos y no otros, conformando así por primera vez un subtipo de depresión con unos síntomas concretos.
Si bien las expectativas de incontrolabilidad, fundamentales en el Modelo Experimental de IA y en la Teoría Reformulada de la IA, siguen presentes en la Teoría de la DD como un elemento que forma parte de las propias expectativas de desesperanza, continúa evaluándose la percepción de no contingencia, determinante de dichas expectativas, a través de la vivencia de acontecimientos vitales negativos, sin tener certeza, por tanto, de que el sujeto los viva como realmente incontrolables.
La percepción de incontrolabilidad o no contingencia que tienen algunos sujetos ante tales acontecimientos podría evidenciarse en la creencia que éstos sostienen respecto a su falta de control sobre la causa de los mismos. La investigación muestra, consistentemente, que las atribuciones que realizan los sujetos sobre sus resultados son determinantes del tipo de expectativas que se formulan respecto a su futuro (Manassero y Vázquez, 1995). El objetivo del presente estudio es, por tanto, poner a prueba si el estilo atribucional que consiste en atribuir los acontecimientos vitales negativos a causas incontrolables influye en que se generen expectativas de desesperanza. En concreto, se evalúa si tal como se predice desde la Teoría de la DD para las dimensiones atribucionales de globalidad y estabilidad, la dimensión atribucional de incontrolabilidad también interacciona con la ocurrencia de acontecimientos vitales negativos para generar tales expectativas.
Los estilos cognitivos que, según la teoría de Depresión por Desesperanza, conforman dicha vulnerabilidad a la DD, son: un estilo atribucional depresivo, concretamente el factor de generalidad, definido como la tendencia a realizar atribuciones globales y estables sobre los acontecimientos vitales negativos; la tendencia a inferir consecuencias negativas de dichos acontecimientos; y, por último, la tendencia a inferir características negativas personales dada la ocurrencia de los mismos (Abramson et al., 1989). De este modo, ante la ocurrencia de uno o varios acontecimientos vitales negativos e importantes para los sujetos, se activará dicha vulnerabilidad, dando lugar a que se generen atribuciones e inferencias negativas sobre los mismos. Esta forma de interpretar los acontecimientos negativos contribuye a generar un estado de desesperanza, la cual se define como la expectativa de que algo negativo va a ocurrir, unido a un sentimiento de indefensión sobre la posibilidad de hacer algo para evitarlo. Estas expectativas van a ser una causa determinante de este subtipo de depresión, de tal modo que su presencia será suficiente para que se generen los síntomas depresivos característicos de la DD.
Con el objetivo de aclarar cómo opera el componente de vulnerabilidad-estrés para contribuir a que se generen expectativas de desesperanza, creemos necesario acercarnos a los orígenes de los que parte dicha teoría. Concretamente, al Modelo Experimental de Indefensión Aprendida (IA) (Seligman, 1975) y a la Teoría Reformulada de la IA (Abramson, Seligman y Teasdale, 1978). En el Modelo Experimental de IA se postulaba que cuando un sujeto experimenta una situación incontrolable, entendida como la falta de contingencia objetiva entre sus respuestas y resultados, éste genera una expectativa generalizada de incontrolabilidad sobre los resultados de futuros acontecimientos importantes (Seligman, 1975). Así, esta expectativa de incontrolabilidad era el elemento clave que explicaba las reacciones de indefensión, consideradas similares a los síntomas depresivos.
Posteriormente, en la Teoría Reformulada de la IA de Abramson et al. (1978), se consideraba que, ante una situación de no contingencia objetiva, era la percepción de no contingencia que se generaba en el sujeto la que le llevaba a formarse expectativas de no contingencia futura. La forma en que se desarrollaba la percepción de no contingencia dependía del tipo de atribuciones que el sujeto realizara sobre las causas de la situación objetivamente no contingente. Así, atribuir los sucesos incontrolables o no contingentes a causas globales y estables, es decir, causas generales y que iban a permanecer en el tiempo, generaba una percepción de no contingencia que llevaba a que las expectativas de incontrolabilidad fuesen recurrentes tanto a través de diversas situaciones como del transcurso del tiempo, dando lugar a que la indefensión y los síntomas depresivos se cronificaran (Seligman, Abramson, Semmell y Von Baeyer, 1979). De este modo, las atribuciones se convertían en determinantes de la forma en que se iban a desarrollar dichas expectativas (Abramson et al., 1978).
Esta teoría ofrece un avance, con respecto al modelo anterior, al explicar cómo las expectativas de incontrolabilidad, en función de la percepción causal que tienen los sujetos, se hacen generales y recurrentes. No obstante, en algunos de los estudios que se han llevado a cabo para poner a prueba las predicciones de la teoría, la falta de contingencia se evalúa a partir de acontecimientos vitales negativos y no a través de situaciones en las que se generen condiciones objetivas de no contingencia (p.ej., Metalsky, Halberstadt y Abramson, 1987; Robins y Block, 1989), por lo que dicha percepción de incontrolabilidad o no contingencia es en ocasiones supuesta.
Finalmente, con el desarrollo de la Teoría de la DD (Abramson et al., 1989), las expectativas de incontrolabilidad determinantes de los síntomas depresivos en el Modelo Experimental de IA y en la Teoría Reformulada de la IA, pasan a denominarse expectativas de desesperanza, definidas como la expectativa de que algo negativo va a ocurrir unido a un sentimiento de indefensión respecto a la posibilidad de hacer algo por evitarlo. Dichas expectativas serán las que generen unos síntomas depresivos y no otros, conformando así por primera vez un subtipo de depresión con unos síntomas concretos.
Si bien las expectativas de incontrolabilidad, fundamentales en el Modelo Experimental de IA y en la Teoría Reformulada de la IA, siguen presentes en la Teoría de la DD como un elemento que forma parte de las propias expectativas de desesperanza, continúa evaluándose la percepción de no contingencia, determinante de dichas expectativas, a través de la vivencia de acontecimientos vitales negativos, sin tener certeza, por tanto, de que el sujeto los viva como realmente incontrolables.
La percepción de incontrolabilidad o no contingencia que tienen algunos sujetos ante tales acontecimientos podría evidenciarse en la creencia que éstos sostienen respecto a su falta de control sobre la causa de los mismos. La investigación muestra, consistentemente, que las atribuciones que realizan los sujetos sobre sus resultados son determinantes del tipo de expectativas que se formulan respecto a su futuro (Manassero y Vázquez, 1995). El objetivo del presente estudio es, por tanto, poner a prueba si el estilo atribucional que consiste en atribuir los acontecimientos vitales negativos a causas incontrolables influye en que se generen expectativas de desesperanza. En concreto, se evalúa si tal como se predice desde la Teoría de la DD para las dimensiones atribucionales de globalidad y estabilidad, la dimensión atribucional de incontrolabilidad también interacciona con la ocurrencia de acontecimientos vitales negativos para generar tales expectativas.