¿POR QUÉ ESTE TEMA?
''La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada. Y la esperanza en lo que ignoramos, que es todo.''
-Maurice Maeterlinck
Hoy el término indefensión está en boca de todo el mundo relacionado con las consecuencias más duras de la crisis económica: desempleo, desahucios y pobreza. También con los efectos de las políticas adoptadas por los gobiernos para hacer frente a la crisis caracterizados por sucesivos recortes de sueldo, de prestaciones y de derechos que recaen sobre los ciudadanos que nada han tenido que ver con sus causas, y que no entienden lo que ocurre.
En estos tiempos la palabra acude una y otra vez a nuestra mente cuando contemplamos a esos ciudadanos probando conductas que ya no tienen el menor efecto sobre la realidad como buscar trabajo o protestar por su pérdida. También cuando sucumben ante la perplejidad o la desesperación y se les exhorta a ser optimistas y emprendedores culpándoseles de su desánimo, de su falta de iniciativa y hasta de su pereza. Es cierto que los medios de comunicación suelen emplear la palabra indefensión en el sentido estricto de estar indefenso ante una determinada situación o en el sentido jurídico de haber sido desposeído del legítimo derecho a la defensa, pero no podemos evitar pensar también en los significados psicológicos del término.
Pero para encontrar la indefensión como respuesta a un estímulo, no hemos de irnos ni siquiera fuera de las aulas. Todos hemos experimentado la sensación de inseguridad y estrés propias de los exámenes, más si cabe cuando a la hora de ponernos a hacerlo no sabemos contestas y nos quedamos inmóviles. Esa respuesta está, por raro que parezca, completamente justificada por el ámbito psicológico. En ese caso el examen ha conseguido inducirnos indefensión. Hemos aprendido a mostrarnos indefensos.
En estos tiempos la palabra acude una y otra vez a nuestra mente cuando contemplamos a esos ciudadanos probando conductas que ya no tienen el menor efecto sobre la realidad como buscar trabajo o protestar por su pérdida. También cuando sucumben ante la perplejidad o la desesperación y se les exhorta a ser optimistas y emprendedores culpándoseles de su desánimo, de su falta de iniciativa y hasta de su pereza. Es cierto que los medios de comunicación suelen emplear la palabra indefensión en el sentido estricto de estar indefenso ante una determinada situación o en el sentido jurídico de haber sido desposeído del legítimo derecho a la defensa, pero no podemos evitar pensar también en los significados psicológicos del término.
Pero para encontrar la indefensión como respuesta a un estímulo, no hemos de irnos ni siquiera fuera de las aulas. Todos hemos experimentado la sensación de inseguridad y estrés propias de los exámenes, más si cabe cuando a la hora de ponernos a hacerlo no sabemos contestas y nos quedamos inmóviles. Esa respuesta está, por raro que parezca, completamente justificada por el ámbito psicológico. En ese caso el examen ha conseguido inducirnos indefensión. Hemos aprendido a mostrarnos indefensos.
La indefensión puede ir más allá del hecho concreto de una situación, se puede aprender y se puede reproducir. Se puede aprender a perder, a no tener esperanza, a no ver soluciones donde existen potencialmente. Esto explica, al menos en parte, situaciones tan graves como las que experimentan las mujeres que son víctimas de violencia de género sistemática; por qué es tan difícil revertir la pobreza cuando se vuelve crónica -aun cuando las condiciones económicas hayan cambiado-, o por qué muchas personas sin hogar se resisten a reintegrase socialmente. No es que estén bien como están, es que han perdido la esperanza y tienen miedo de volver a sufrir.
Los integrantes de nuestro grupo se preguntaron en vista a esta conducta que día a día está cobrando cada vez más protagonismo en nuestra vida. Queríamos ir más allá del propio término de indefensión y ahondar en sus causas y porqués desde un punto de vista de mayor grado científico. Pero además, a la hora de profundizar queríamos extrapolar este proceso psicológico al terreno escolar e inducir la indefensión nosotros mismos. De ese modo, hemos querido demostrar si los alumnos que se muestren normalmente como ansiosos tienen más facilidad para ser inducidos con indefensión y como consecuencia obtendrán peores resultados académicos.
Los integrantes de nuestro grupo se preguntaron en vista a esta conducta que día a día está cobrando cada vez más protagonismo en nuestra vida. Queríamos ir más allá del propio término de indefensión y ahondar en sus causas y porqués desde un punto de vista de mayor grado científico. Pero además, a la hora de profundizar queríamos extrapolar este proceso psicológico al terreno escolar e inducir la indefensión nosotros mismos. De ese modo, hemos querido demostrar si los alumnos que se muestren normalmente como ansiosos tienen más facilidad para ser inducidos con indefensión y como consecuencia obtendrán peores resultados académicos.