Indefension Aprendida y Cáncer
La primera investigación de gran
relevancia en el área de la Indefensión Aprendida y el cáncer fue realizada por Visintainer,
Volpicelli y Seligman, en 1982, quienes estudiaron el rechazo tumoral en ratas manipulando
la variable controlabilidad-incontrolabilidad de una situación aversiva. Los resultados
de este trabajo sugirieron que el estado psicológico (el que se pueda escapar o no de una
situación) interfiere con la habilidad del organismo para oponer resistencia al desarrollo
tumoral, ya que se observó que este fenómeno producía alteraciones físicas, tanto a
nivel de sistema nervioso como a nivel inmunológico en las ratas. A partir de este trabajo, estudiando el
sistema inmunológico en humanos, se realizó una investigación sobre inmunidad e
“incontrolabilidad” (Brosschot y col., 1998). Los resultados principales indicaron que la
situación percibida como más incontrolable fue la más afectada a nivel inmune,
mostrándose un menor incremento de los linfocitos T, las células T helper y los linfocitos B. La
principal conclusión a la que se llegó en este estudio fue que la percepción de
incontrolabilidad en una situación produce diferencias en la reactividad inmunológica al estrés,
pues la percepción de incontrolabilidad de ciertos estresores se relaciona negativamente
con determinadas funciones inmunológicas. Otros autores han tratado de demostrar que
las emociones negativas, como la depresión y la ansiedad, intensifican la producción de
citocinas proinflamatorias, como la interleucina 6, produciendo incrementos transitorios de
las citocinas proinflamatorias (Dentino y col., 1999).
Por otra parte, la investigación científica más a nivel fisiológico ha demostrado que el estado psicológico puede inducir cambios en la función inmune y que probablemente aporta mecanismos por los que algunas variables conductuales y psicosociales pueden afectar al proceso neoplásico, siendo la percepción de control la que determina los efectos negativos de los estresores (Stone y Bovbjerg, 1994). Aunque es conveniente tener en mente las dificultades metodológicas para la realización de tales estudios, no hay que olvidar la enorme influencia que los estados emocionales tienen sobre las respuestas fisiológicas del organismo.
Actualmente, se está utilizando el modelo de la Indefensión Aprendida como marco teórico para explicar los aspectos más cognitivos de la depresión en enfermedades crónicas como el cáncer de mama y la fibromialgia (Brother y col., 2009; Palomino y col., 2007). El objetivo de estos trabajos es conocer los factores y mecanismos que median a nivel psicológico, físico y social en la enfermedad crónica, con el fin último de mejorar la funcionalidad y sintomatología psicológica que presentan algunos de estos pacientes. Esto sugiere que el modelo de depresión en humanos puede ser utilizado para profundizar en la etiología, prevención y tratamiento de las alteraciones emocionales desde un punto de vista integrador (biopsicosocial). Además, podría aplicarse no sólo a la enfermedad oncológica, sino también a otras enfermedades crónicas propias de la psicología hospitalaria.
Por otra parte, la investigación científica más a nivel fisiológico ha demostrado que el estado psicológico puede inducir cambios en la función inmune y que probablemente aporta mecanismos por los que algunas variables conductuales y psicosociales pueden afectar al proceso neoplásico, siendo la percepción de control la que determina los efectos negativos de los estresores (Stone y Bovbjerg, 1994). Aunque es conveniente tener en mente las dificultades metodológicas para la realización de tales estudios, no hay que olvidar la enorme influencia que los estados emocionales tienen sobre las respuestas fisiológicas del organismo.
Actualmente, se está utilizando el modelo de la Indefensión Aprendida como marco teórico para explicar los aspectos más cognitivos de la depresión en enfermedades crónicas como el cáncer de mama y la fibromialgia (Brother y col., 2009; Palomino y col., 2007). El objetivo de estos trabajos es conocer los factores y mecanismos que median a nivel psicológico, físico y social en la enfermedad crónica, con el fin último de mejorar la funcionalidad y sintomatología psicológica que presentan algunos de estos pacientes. Esto sugiere que el modelo de depresión en humanos puede ser utilizado para profundizar en la etiología, prevención y tratamiento de las alteraciones emocionales desde un punto de vista integrador (biopsicosocial). Además, podría aplicarse no sólo a la enfermedad oncológica, sino también a otras enfermedades crónicas propias de la psicología hospitalaria.